Dios es una mujer

Este ensayo, escrito con pulso febril por Rafael E. López-Corvo, tiene un fundamento psicoanalítico freudiano bastante clásico, pero constituye en su desarrollo y proyección, una visión cultural y óntica de la mujer en tiempo histórico. Uno de los atractivos de este ensayo consiste en esa voluntad de entender, en su funcionabilidad biológica y corporal, no solo la sexualidad, sino la maternidad, el más extraordinario don concedido a la mujer; la analidad como impulso y contraparte del útero; el simbolismo de las heces; la inhibición ancestral femenina; el temor del varón por la hembra, por cuanto este detenta en el cuerpo de ella el poder de la reproducción, el cual le confiere la magia, el hechizo, de la impronta, "impresión tatuada en lo más recóndito de la psique humana", que atrae irresistiblemente al varón heterosexual hacia el cuerpo de la mujer, en el que estuvo y del cual salió para permanecer pegado a él, en la lactancia. De modo que la impronta nace con el nacimiento mismo. López-Corvo explica que el varón padece el hechizo de la impronta y la hembra la asume, la ejecuta. Sin duda los lectores se sentirán zarandeados por el autor, o bien diferirán violentamente de sus opiniones, pero lo que sí resultará imposible, es permanecer indiferente ante el cúmulo de aseveraciones de Rafael E. López-Corvo, las cuales tienden todas a reivindicar el papel de la mujer en la historia y la sociedad e instala a ir más allá de la actual confusión, es decir, a vivir plenamente el poder de la impronta, especularmente presente en la mirada de deseo del varón, pero también a trascenderla no solo mediante la concientización de su sexo, sino el desarrollo de un pensamiento abstracto, de un enriquecimiento interior intelectual. Juan Liscano