Red de almas

Esta historia real muestra un camino de autoconocimiento que lleva a la autorrealización y a una existencia en estado de felicidad y paz interior, con un propósito claro y un sentido profundo. Reconocer que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana es el primer paso hacia la plenitud, la salud perfecta, el equilibrio emocional y la abundancia. Experimentar la unión sagrada con la Fuente, con la Gran Conciencia Cósmica (o Dios, para los muchos que elegimos llamarlo así) es adentrarse en un mundo de milagros cotidianos, poder personal y servicio al prójimo en la perfecta energía del amor. Es dejar atrás miedos, creencias limitantes y mandatos para entrar en la experiencia humana como seres libres, que eligen seguir evolucionando y expandir la conciencia, para aprender a conectarse con otros desde lecciones compartidas y no desde el rol de víctimas. Somos responsables absolutos de nuestra vida, y co-creadores de nuestras realidades. Desde ese lugar, podemos alcanzar un estado de felicidad permanente y transitar la experiencia humana como una celebración y un desafío que nos llevará a un grado de evolución superior, en consonancia con el ciclo cósmico que está cambiando al planeta y a la humanidad. Ser felices es nuestra obligación ineludible, y para ello necesitamos dejar de buscar culpables afuera y propiciar un profundo trabajo interno, aceptándonos en nuestra dualidad, con luces y sombras. Y, también, llegar a esa gran verdad que nos devuelve a nuestro origen divino: no existe el final, porque somos eternos, y la muerte es un nacimiento, una vuelta a empezar. Desde esa certeza, los duelos se transitan con naturalidad y aceptación, y se aprende a vivir con el cambio como motor permanente y fuente de nuevos aprendizajes en el camino del alma.