Coleccion #105

EL PASTO El pasto de la vida está abrigado a las coyunturas del alma, al ventrículo imaginario de las ovejas descarriadas que no continuaron por la pradera. El pasto debe crecer con lluvia fresca de primavera, rociarnos de organismos unicelulares que evalúen la emoción y el granero de la felicidad converja, en el alimento orgánico y nutritivo de una calidad superior de vivir, soñar y crecer. El pasto del trabajo comienza a desarrollarse cuando vamos cultivando nuestra propia voluntad y sembrando la conciencia. Aprendemos a pastar acciones productivas tanto para nosotros y los demás. Pastar es un verbo muy fértil para hacer una analogía de superación del tipo que sea. Yo la saco meditando y aprendiendo a ser útil cada día más familiar y socialmente. Seamos el pasto que nutra al universo con sus seres vivientes y llenemos sus campos de amor, regocijo y fe. Florezcamos junto a las flores de los linderos, busquemos el abono más sano para el pasto que consumimos. El pasto del SER es el que alimenta el amor. Cultivando buen pasto en nuestro Ser, cosecharemos mucho amor y puro. Pastar en áreas áridas del alma, no hará que tu bienestar físico-espiritual, avance por el destino adecuado. El pasto tuyo tiene que poseer buenos labriegos y buen sega para disfrutar del fruto cosechado y que no te haga daños a la hora de consumirlo.